martes, 30 de abril de 2013

Esta tarde venía en el coche escuchando el programa "Julia en la onda", en Onda Cero. Estaba entrevistando a un escritor llamado Santiago Roncagliolo, que acaba de publicar un libro titulado "Óscar y las mujeres". En un momento dado de la entrevista, ha confesado que su mujer le echa a un estudio cuando escribe, porque se pone un poco "difícil"; así, cuando vuelve a casa, es un humano normal. En su defensa, ha dicho que la mayoría de escritores/as y artistas en general, viven un poco encerrados en su cerebro.
Inmediatamente, lo he relacionado con Haruki Murakami, ese escritor japonés que tiene éxito tanto en Japón como en occidente. No es que le haya oído  o leído decir algo semejante, sino que lo he deducido a partir de sus obras. En su obra "De qué hablo cuando hablo de correr" me di cuenta de que tiene una forma distinta de interpretar la realidad. Cualquiera que lo haya leído sabe qué quiero decir. La relación que establece entre correr y la disciplina que se impone a sí mismo y escribir novelas es, cuanto menos, sorprendente.
Me encanta Murakami. Tiene un universo propio que se mezcla con los sueños y el pensamiento y cobra vida. Me enganché a sus novelas con "After Dark". La recomiendo sin lugar a dudas. Se mezclan imposibles con una realidad a veces sórdida y siempre extraña. Es mágico. Cuando acabé de leerla, empecé otra vez, inmediatamente, presa de una adicción lectora.
Después leí "El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas". Sobrecogedor. Otra vez dos mundos paralelos que se tocan de una original manera, personajes reales, personajes ¿imaginarios?... Si uno cree estar viviendo una realidad ¿es real de verdad? ¿es falso?
Siguieron Tokyo Blues; Sauce ciego, mujer dormida; 1Q84; De qué hablo cuando hablo de correr, ... y seguirán los que tengo pendientes (Baila, baila, baila; Después del terremoto (Febrero 2013); y unos cuantos que no nombro.
La mejor frase que creo resume lo que significa leer a Murakami es:
"Advertencia: Murakami –al igual que los Beatles– produce adicción, provoca numerosos efectos secundarios y su modo de narrar tiene algo de hipnótico y opiáceo." (Rodrigo Fresán, El País)
Y esta otra:
"Para desengancharse de Murakami lo más importante es reconocer la adicción y luego pedir ayuda. O contagiársela a otro lector." (Antonio Orejudo)
No pretendo desengancharme, pero sí contagiaros...

lunes, 29 de abril de 2013

Empiezo este blog sin saber muy bien por qué o para qué. Supongo que siento la necesidad de comunicar lo que me pasa por la cabeza sin tener muy claro que a alguien le vaya importar. 
De adolescente escribía el típico diario quita penas: ese sobre el que llorábamos nuestras desdichas. En aquel tiempo estaba de moda al igual que las dedicatorias cursis en los separadores de la carpeta clasificadora del instituto. 
No tengo intención de ser cursi ni romántica. De hecho, me he vuelto bastante cínica y algo borde. O bastante borde y algo cínica, no lo tengo muy claro. 
¿De qué voy a escribir? Ya veré. Lo mismo comento una noticia o suceso que yo considere importantes (lo cual no significa que lo sean) que me pongo a escribir una novela por entregas (en plan semanario antiguo "continuará") o planto la foto de una flor. Ya veremos.