He leído en twitter que David Suárez ha sido despedido de la
SER y ya no va a estar en el programa “Yu, no te pierdas nada”, dirigido por Dani
Mateo en los 40 principales.
No me alegro de su despido. No me alegro por el despido de
nadie pero tengo que decir que tampoco me da
ninguna pena máxime cuando el sr. Suárez seguirá en youtube, en su web,
creo que en algún espectáculo propio y le irá muy bien. Seguro que gana más que
yo, que me dedico a todo lo contrario de lo que hace él: la educación.
A raíz de su polémico tweet han ido saliendo otros
anteriores, uno detrás de otro, como las cuentas de un rosario. Cada uno es
mejor que el anterior y no deja títere con cabeza, aunque sus preferidos son
los que ofenden a personas con discapacidad. No olvida a personas con cáncer ni
a los andaluces. Seguramente me estaré dejando algo, pero el nivel de asco iba
subiendo peligrosamente en mi organismo y tuve que dejarlo.
Esta persona es un producto de su tiempo: un youtuber que ha
encontrado su hueco en las redes mediante la provocación. No es el primero en utilizar
a discapacitados (recordemos los comienzos de Javier Cárdenas y los vídeos que
hacía dejando en evidencia a personas con discapacidad intelectual para que el
¿respetable? se riera a su costa) ni será el último.
Provocar y causar indignación es hoy en día la
manera de destacar en las redes: “que hablen de mí aunque sea bien”. La
velocidad con la que todo decae y se pasa de moda hace que se pierda toda
prudencia y sentido común y se sobrepasen todos los límites.
Provocar no implica necesariamente ofender. Cuando un
humorista provoca, te hace reír y te hace pensar. Consigue que algo en tu
interior se remueva. Consigue que te plantees cosas en las que no habías
reparado antes: Leo Bassi, Moncho Borrajo, incluso Ángel Garó en sus comienzos,
antes de que se convirtiera en la lamentable parodia de sí mismo que es hoy, son algunos ejemplos. Hay muchos y
muchas más: solo hay que echar un vistazo en plataformas como Netflix para
encontrar monologuistas demoledores y que no ofenden con la crueldad de un
tweet que habla de una mujer con síndrome de Down que hace mamadas con babas o
que señala lo fácil que es quitarle un caramelo a un niño si previamente le has
quitado la silla de ruedas.
Lo suyo es buscar dónde hacer daño para conseguir
popularidad. Ya la tiene, sr. Suárez, ahora pocas personas quedarán que no sepan quién es usted. ¡Cuidado con lo que se desea!
Se vuelve a hablar de límites en el humor, de censura, de
corrección política… Si como afirman algunos el humor o la libertad de
expresión no han de tener límites, yo afirmo entonces que el derecho a protestar de toda manera posible
y a visibilizar la ofensa que sentimos tampoco ha de tener límite. Hay límites
que sí se tienen en cuenta, tabús, y que hace mucho tiempo no se sobrepasan, como los “chistes”
de mariquitas que hacían Arévalo y compañía en otro tiempo, y que hoy no se perdonarían; o el famoso sketch de “mi
marido me pega” de Martes y 13 y del que ellos mismos han renegado… Sí hay
límites en el humor.
A pesar de todo lo dicho, creo que con su ingenio volverá a
destacar y espero, deseaba que lo ocurrido le llevara a redirigir su actividad de
provocar sin hacer daño a quien no se puede defender, a quien es vulnerable y necesita
la protección de los demás. Su comunicado echa por tierra mis buenos deseos. Básicamente, él tiene razón y los guardianes de la moral no hemos entendido su verdadera intención. Evidentemente, discrepo.
No termino sin proponer una reflexión sobre la discapacidad. Se tiende a pensar que hoy en día como en un embarazo se puede detectar si el niño o niña viene con síndrome de Down y muchas otras situaciones que no deseamos, con abortar...se acabó el problema. Pues no. En la mayoría de los casos la discapacidad intelectual se va haciendo evidente en los años de escolarización, y no antes; en otros, la discapacidad sobreviene por accidente de parto (parálisis cerebral), un ataque epiléptico, secuelas a una anestesia, un accidente de tráfico, un ictus... Algunas de estas cosas nos pueden pasar a cualquiera ¡en cualquier momento! Y no nos gustará que un "humorista" nos utilice en sus penosos chistes y encima afirme que lo hace por poner el tema encima de la mesa, ya que nadie más se atreve.