La mirada de los niños es especial. Ellos ven lo que los demás hemos olvidado ver. Siento nostalgia de esa mirada que una vez tuve y ya no recuerdo, de esas veces en las que tus padres, tíos y abuelos reían con benevolencia y tú no sabías que era por esas miradas capaces de ver dinosaurios en los árboles.
Hace una semana aproximadamente tuvimos una salida con los de segundo de primaria: 7-8 años. Como no íbamos lejos, fuimos caminando. Pasábamos por un jardín en el que había unos olivos y se los mostré. Entonces un niño me preguntó:
- ¿sabes cómo se llama el árbol que hay al lado del cole, el que parece un dinosaurio?"
Debía de ser evidente qué árbol era, porque todos los niños próximos a él sabían a qué árbol se refería. Me descolocó totalmente. Me parecía una reencarnación de "El Principito". Yo era el piloto con el avión roto y un niño frente a mí hacía preguntas difíciles. El niño fue paciente y añadió:
- sí, uno que tiene las ramas colgando todo para abajo.
Le mostré un sauce llorón al que nos acercábamos y le dije:
Y sí, ese era. Ya se quedó tranquilo al saber que su dinosaurio era un sauce llorón.
Yo, no, porque ahora no sé qué dinosaurio es. ¿Un diplodocus? ¿Un T-Rex? ¿Un velociraptor?
Me siento como Saint-Exupéry preguntándose si el cordero del principito se comió a la rosa.
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