jueves, 23 de mayo de 2013

Cada vez que vuelvo a casa del trabajo ahí están: junto al semáforo bajo la antigua variante, ofreciendo pañuelos de papel por la voluntad. Son tres y se turnan. Uno de ellos es un hombre y tiene cara de estar de vuelta. Los otros dos son unos muchachos. Uno se parece al hombre con cara de estar de vuelta; me pregunto si será su hijo. El otro es muy distinto. Sonríe. Vende pañuelos de papel y regala sonrisas. Su aspecto es muy simpático. No sé si sonríe de verdad o es puro marketing de vendedor de pañuelos. No son pocos a los que saluda y que simplemente bajan las ventanillas para hablar con él. Y él siempre se ríe y hasta parece divertirse. Aunque alguna vez le he visto volverse con gesto contrariado y cambiar radicalmente la expresión de su cara. Pero casi siempre sonríe. A veces le compro un paquete y también a los otros. Pero solo le sonrío a uno. Al chico que vende pañuelos y regala sonrisas. 

3 comentarios:

  1. haces bien en comprarle a ese vendedor,y yo creo que es simpatico de verdad

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  2. Los vendedores ambulantes y los artistas callejeros, son a quienes más respeto y simpatía tengo..
    A pesar de que su condición sea dura, (y que sea su trabajo ese..) siempre te "regalan sonrisas" y en ocasiones te hacen reír, cuando nadie más pudo hacerlo.

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  3. Estoy de acuerdo con Jack, hay que tenerles respeto, pero sobre todo siempre te sacan una sonrisa.

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